Jonathan Soria: «El baloncesto en silla me ha dado una vida»

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  • El capitán del Fundación Aliados se retira tras veinte años en el club vallisoletano y como un referente para los más jóvenes

  • «Esta temporada me he sentido muy querido, pero ya no podía más con las lesiones y quiero disfrutar de mi familia»


oria, el día de su despedida con su hija y Jelmer. / FEDEACYL.
Soria, el día de su despedida con su hija y Jelmer. / FEDEACYL.

A Jonathan Soria ‘Jony’ (Valladolid, 1983) la jubilación le ha llegado por adelantado. El capitán del Fundación Aliados Valladolid dice adiós al baloncesto en silla de ruedas con 42 años y después de dos décadas como jugador morado, y solo una temporada después de que su amigo y también capitán, José Luis Robles, se despidiese de la canasta.

«Ya tocaba. He sido un jugador que ha padecido muchas lesiones, las dos últimas esta temporada y estaba un poco harto de jugar con dolores», afirma Soria que el pasado sábado fue ovacionado, pasillo incluido, por sus compañeros y rivales en el último partido de la Liga, en el que el Aliados se midió al Ilunion madrileño, en el que su amigo, excompañero y vallisoletano, Pablo Lavandeira, no se cansó de aplaudir a uno de los referentes del baloncesto adaptado en la capital vallisoletana, pero también en España.

Veinte años en los que Jonathan Soria ha contribuido a la evolución de este deporte de carácter paralímpico, pero también a aprender y enseñar «una forma de vida» que va más allá del deporte. «Me ayudó muchísimo cuando salí del hospital después del accidente de tráfico. Me permitió conocer a personas que estaban en la misma situación que yo. Que podían conducir, hacer deporte… El balocnesto en silla ha sido una forma de vivir, y no lo voy a dejar del todo, aunque ya no juegue. Quiero seguir entrenando y que no se me vaya el físico», afirma Soria, que también es un asiduo de gimnasio.

En su adiós también ha influido mucho la familia. La infancia de sus dos pequeños, de Carla y Leo. La primogénita ha empezado a jugar al fútbol, y a su padre le duele cada vez que tiene que viajar y perderse el partido de una niña con la que recuerda sus días de pelotero antes del accidente. Lo mismo le ocurre con Leo, quien también empezará a jugar al balompié. «Carlita ya juega, Leo lo va a hacer y quiero estar más tiempo con ellos. Hacer algún viaje…», admite el escolta vallisoletano.

El balón es precisamente una de esas cosas que Soria echa de menos de su vida anterior al accidente. «A mí andar como tal… No lo echo en falta, pero sí hacer deporte, correr, jugar al fútbol», agrega el vallisoletano. «El accidente está claro que te cambia la vida, pero también lo ha hecho el baloncesto. Ha sido una forma de vida durante veinte años», incide el jugador morado.

Hay cientos de momentos durante estas dos décadas. Incluso las propias lesiones le llegaron obligarle a un «descanso anticipado» del que regresó más fuerte para convertirse en capitán. Se acuerda de aquella Liga de la temporada 2010-2011, «muy especial, porque con Valladolid es casi imposible», analiza. «Te enfrentaas con equipos que te doblan, incluso te triplican el presupuesto, y ya no es que puedan fichar mejores jugadores, es que pueden tener doce jugadores en la plantilla en vez de diez, con lo que eso significa en una temporada: lesiones, bajas…», destaca.

«También esta temporada ha sido muy especial. Ha sido una de las temporadas más bonitas. Como capitán me he sentido muy querido y valorado. Me han pedido muchas veces que no lo dejara… Hemos tenido el mejor vestuario y el mejor ambiente», agrega en relación a la «piña» de un equipo que ha peleado de tú a tú a los principales ‘cocos’ de la competición, pero que al final ha sido séptimo. «Ha sido una temporada de aprendizaje, siempre que la cosa estaba igualada ha caído en contra», señala Soria que pone en valor la permanencia de un BSR Valladolid que cumple mañana treinta años, y lo hace como pilar de la Liga.

«Tenemos una Liga en la que el Albacete es campeón de la Champions, que Bilbao ha estado ahí, y que nosotros hemos sido terceros en la Euroliga 2, de ahí el nivelazo», subraya.

Jugador internacional con el equipo español, Soria también valora como el combinado paralímpico vive una regeneración con compañeros y amigos en el equipo nacional. «Ahí está Pablo –por Lavandeira– o Paco, que es compañero de equipo, para demostrar el potencial que tenemos», indica un jugador que se queda también con el homenaje en la pista del pasado sábado y que no cambiaría Valladolid como ciudad. «Lo tiene todo, salvo algunos detalles es una ciudad adaptada, y en la que se vive bien», afirma antes de señalar que lo único que echa de menos de su vida pre silla de ruedas sería el balón, «correr por la noche, que me gustaba mucho, y ahora me queda el gusanillo de salir con las zapatillas a la montaña… Pero no me quejo», concluye el ‘capi’ «orgulloso» de su vida.